Hay veces que no basta encender las luces para sentirse a salvo. Y yo no quiero lastimarte, amor, pero me pirran las citas a ciegas; así que me pongo la corbata de silencios calculados y los calzoncillos de trinitolueno, esperando que algún día de lluvia, -como hoy mismo- alguien coja la mecha y prenda fuego. Cossa Nostra se llama el garito gástrico. Y tú sujetas la carta como si no te hubiera costado trabajo pintarte esas uñas de sangre. Ni siquiera sé tu nombre, y yo pensando qué poco podemos hacer cuando todo está íntimamente configurado para que tú y yo estemos juntos, y vas y pides "penne e funghi" con una sonrisa en los labios. Adiós el puñetero romanticismo, si algún capullo lo esperaba. Mi querida realidad, tan frágil; tan etérea y prosciutta; tan carbonara como los espaguettis que estoy intentando esta noche disfrutar a pesar de ese sublime escote en forma de T invertida. Apuntas alto, muñeca, pero no tanto como el carpaccio de dinamita en los bajos fondos ...
Me llega especialmente su asunto. Me asalta la curiosidad, ¿cómo se te ocurrió escribir esta pieza?
ResponderEliminarNo tienes porqué contestar si te incomoda. En cualquier caso, merece felicitaciones.
Un abrazo
Hola:
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi blog y por dejar tu huella, de esta forma he podido conocer tu blog, que por cierto, veo que es nuevo, de poco tiempo, y me gusta mucho lo que he visto.
Yo no sé qué es lo que pueden soñar los ciegos, pero seguro que mucha más luz en su interior que nosotros, los que podemos ver, porque a veces, estamos ciegos ante tanta crueldad e injusticia en la vida.
Saludos.
Cerrando los ojos, Ofelia. Esta pieza la escribí hace ya algún tiempo y la publiqué en otro blog mío.
ResponderEliminarMaría, gracias por pasarte.
Un saludo y gracias por los comentarios.