Sordo y ciego

Básicamente de sobrevivir me acuso estos últimos meses, aunque empiece el post con un puñetero adverbio. Creo que ya he olvidado cómo escribir sin cometer faltas, pero no pienso ponerme de rodillas y pedir perdón por algo que con toda seguridad, también hacía antes, por mucho que no me lo echase en cara. Las cosas suceden deprisa, y no da tiempo a parar un momento y mirar al costado, por si acaso de reojo miras para atrás y te sorprende un esqueleto completo persiguiendo tu carne desnuda. "Déjame en paz!" podrías decirle; o alcánzame de una vez, que ya casi ni te reconozco; eso sería algo muy parecido a la definición proustiana de sobrevivir: a ver qué coño le digo a estas dos partes de mí para que se pongan de acuerdo.

De sobrevivir me acuso, y la pena de prisión la conmuto por aguantarme a mí mismo un rato más, a la fuerza indefinido; por arriesgarme a vivir deprisa por muy lento que resulte el proceso; por viajar de espaldas a los pájaros y no reconocer el otoño a finales de noviembre; por taparme los ojos y los oídos cuando abro de golpe las ventanas; por tener las mismas sábanas siempre limpias, la ducha sin agua, la bañera sin espuma; por disociarme en carne y huesos olvidando el espíritu que los une y substancia, el corazón que late sordo y ciego:

Me condeno por todo ello y sin apelación posible, a seguir sobreviviendo.

Comentarios

  1. La historia se va tejiendo igual de corrido o a pedazos, pero se va haciendo. Porque la vida no espera por nada. No espera por nadie. Por eso dejarse arrastrar es siempre una opción en esta historia continua. Procura, de todas formas, localizar las riendas por aquello de intentar salvar tu nave aunque sea en el último momento.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Secretos

Movimiento.