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Mostrando las entradas etiquetadas como Poesía

Mariposa de calendario.

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Una mariposa, batió sus alas encima de las sábanas blancas, y nací yo. Una mariposa, batió sus alas encima de las sábanas rojas, y murió Ella. Y me hubiera gustado ser Miguel D'ors para que me ocurrieran todas esas cosas imposibles: yo que hubiera podido nacer en la milenaria China, o ser bufón de alguna corte Imperial. Yo que podía haber sido piel roja, o esclavo negro en los inmensos campos de algodón, y navegante, y Cruzado, y ladrón en algún mercado persa o en Baghdag; cualquier cosa menos el amargo trabajo de ser yo, y sin embargo, una mariposa batió sus alas encima de aquellas sábanas y tuvo que morir Ella y nacer yo, y quién sabe si al respirar, al pensar, de vivir, vendrán detrás de mí mil generaciones más, y un Beethoven, un Proust, o un mendigo en los suburbios de Madrid, o esa niña que irá de la mano conmigo a recoger el pan; así que no te sorprendas si te hago una pregunta: dime, mariposa, hoy, en el día de mi cumpleaños, ¿hay algo que celebrar? Podría ser que en el bat...

Una mañana clara de Julio

Una mañana clara de julio eché a andar por la vieja cañada. El río bajaba a saltos cortos, y en los remansos de juncos el agua se desperezaba. Álamos, robles y algún castaño, retamas de jazmín y tomillo, hierbabuena, blanca flor de lavanda; la brisa del Este mecía las hojas, y las orillas del camino traían, solo para mí, un suave olor a tierra mojada. El sol quiso mostrarme su rostro; quizá fue un reflejo del corazón, pero un rayo de luz iluminó su sonrisa en la superficie del agua. No sé si fue la maldita brisa, pero aquella hermosa visión en un instante desapareció entre las sombras cambiantes de las ramas. En una mañana clara de julio tuve, mi niña, una fugaz ilusión: creí ver de nuevo el amor jugar al escondite en el patio de mi alma.

Un apocalipsis

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Por las avenidas crujía la lluvia arrastrando en tumulto la decrepitud de los tiempos. Vi como los hombres miraban hacia arriba, alzando sus viejas manos en señal de duelo. Aullaban sus almas corruptas, como animales en celo. En sus ojos sin párpados la verdad desnuda y el terror lamiendo los huesos. Y una luz como de estrella fugaz llenaba por un instante el firmamento. Ayer soñé que todo aquello que éramos nosotros, empezaba de nuevo.

Huellas

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Sí, a veces quiero escapar; Volver a recorrer despacio los senderos de mi vida, ajeno a las miradas del pasado. Y ver a Dios en los primeros rayos de sol cuando se filtra entre las hayas, en un tamiz perfecto, por un segundo que dura ya muchos años. Ahora hay profundas huellas en el camino, en una senda que otros han pisado; el bosque que yo creí que existía solo para mí, ha cambiado. Dios lo ha moldeado.

Se fue la tarde

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Ya ves; se fue la tarde. A pellizcos de luz, solo me quedé, queriendo compañía; Me vi mirándote. Y fue con inquietud cuando me pregunté por esta soledad mía. No sabría decirte.. Comprendí que tú supiste entender lo que me ocurría. No quise amarte. Frágil contraluz: yo no te amé, con lo que te quería. Ya ves; se fue la tarde. Se apaga mi juventud; llegará la noche y vagaré junto a la melancolía.

Nostalgia

No te vayas, nostalgia, sal a mi encuentro; no te escondas, no te alejes de mí, quiero soñarte en tu soledad acostumbrada, quiero oírte acompasada en las notas de un violín. ---------------------------------------------- Cuando la nostalgia se engancha al borde del corazón, los desiertos son mares de arena.

Te pido perdón

Valorar lo invaluable. Franquear lo infranqueable. Arrojar al mar la piel que me perfuma; a merced del olvido mi abrigo de terciopelo azul. Barrer la arena, llenarme de espuma, contar mariposas de cristal a media luz. Apoyar mis brazos en el alféizar de la luna y dejar un ratito de ser yo, para ser tú.

Un beso en el aire

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Al ver que cruza sin prisa la tarde, empieza el recuento de los minutos vacíos, que gasté amasando perezas y amarguras, que maté condenándome a vagar en el olvido. Y miré atrás, allá en el fondo del valle; desde lo alto, miríadas de pueblos antiguos; sendas ocultas entreveradas de hermosuras, al margen de mi vida; ya fuera de mi camino. Desde mi montaña cubierta ya de nieve oteo el horizonte de mis pasos perdidos. Dejo el atardecer con nubes de levadura, y un beso para ti en el aire, amor mío.

Sueño de un cisne

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Algún día volveré a escuchar de nuevo esta antigua música, y me sorprenderá la luz de la tarde, abriendo las páginas de la vida como sólo tú supiste enseñarme. Algún día te hablaré de frente como cuando era niña, y bailaré en tu regazo lo que tú quieras que baile. Seré, si tú quieres, cisne de aguas tranquilas; seré, si tú quieres, las cuatro esquinas del aire; seré la niña que iba de la mano contigo, y me dejaba llevar a cualquier parte. Volveré a besarte en las mejillas, jugarás conmigo a acunarme; pongo al cielo por testigo que aprendí del amor, por amarte. Escuchando esta antigua música me habrá sorprendido la tarde, siendo yo de nuevo tu niña, siendo tú de nuevo mi padre.

Instrucciones para románticos empedernidos

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Modo automático del olvido: desconexión. Acércate a la mesa, recopila papel y pluma, esmérate en la caligrafía, contén la respiración. Escríbelo, por fin escríbelo. Coge un sobre y apunta su dirección. Ve corriendo a la Oficina de Correos, (no dejes que pueda contigo la emoción) estampa un beso, y envíalo. Ahora sonríe; y no esperes contestación.

Una ciudad sin nadie dentro

Últimamente tengo el alma de visita en el extranjero. He expedido su pasaporte y ya no sé dónde para; probablemente en el oasis de algún remoto desierto, o en la espuma de las olas, allí donde el mar acaba, y se escucha aullar el viento. La he imaginado en una ciudad atravesada de canales secretos: solitarios meandros de lluvia por los que pasea en su barca, empapada hasta los huesos. Campanarios sin campanas, majestuosos palacios sin dueño; calles y plazas vacías donde solo habita la nostalgia, como un vago recuerdo. Una ciudad sin nadie dentro. No, allí no puede estar mi alma, olvidada y rota, escindida de la ciudad de mi cuerpo. He de comunicarme con ella, aunque lleve lejos demasiado tiempo. Antes su rostro coincidía: no era la imagen borrosa que ahora me mira en el espejo. Últimamente tengo el alma de visita en el extranjero. No sé si está de vacaciones, o yo, estúpido de mí, la condené al destierro.

Agenda

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Según transcurren los días, más rápido pasan los años. Mirar atrás en mi agenda es revelar de nuevo mis pasos, como huella en un camino de tinta, como pluma en una marea de trazos. Tengo separadas las fechas, recordatorios, cumpleaños, citas, notas, reuniones, teléfonos garabateados, y una foto tuya y mía, plastificada con mucho cuidado: no creí que llegase el día que pudiera haberla olvidado allí, en el fondo de la agenda.. allí, en el rincón más solitario. Por mucho que transcurran los días, por muy rápido que pasen los años, no puedo borrar lo ya escrito, no puedo cambiar el pasado. Me lleva una eternidad releer el año que está acabando. Las páginas de mi vida reducida a los apuntes de mi errar nostálgico: las luces que pálidas juegan con las sombras de días amargos; la lúgubre ironía de mi soledad, yo que estoy siempre acompañado. Hoy tengo (como ayer, como todo el año) la agenda muy ocupada, llena de páginas en blanco.

Me olvido.

A veces, con el huracán de fondo de este mar embravecido, me olvido. A veces, cuando todos hablan y ríen.. (¡y nadie imagina cómo te he querido!), me olvido. A veces, necesito con urgencia saber de ti. Pero me contengo.. y me obligo a no revivir de nuevo la tortura; a maldecir el día en que la fortuna me permitió haberte conocido. A veces olvido; pero cuando llego a mi cuarto vacío, ya no importa nada.. y me castigo repasando mil veces esta locura; escribiendo cartas y poesías absurdas.. porque no logro olvidarte, amor mío. A veces, cuando roto por el cansancio parece, ¡al fin!, que te has ido.. me olvido.

Mis Alas.

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Cuando llegue mi hora, mis brazos serán alas; viajaré mecido por la fresca brisa de la mañana. Rizaré tirabuzones blancos en nubes de plata mientras el sol y el viento acarician mi cara. Volaré con los ojos abiertos: abajo montañas; o quizá navegue despacio sobre mares en calma. No habrá dolor, ni tampoco tormentas extrañas; sólo el amor de quienes he querido me acompaña. Y surcaré libre el cielo, cantando canciones pasadas; me harán cosquillas en el pelo las gotitas de escarcha, y gaviotas serán pasajeros en mi avión de esperanza. Sí, quiera Dios soplar su cálido aliento en mi alma. Quiera Cristo posarme a salvo en su pista dorada. Porque cuando llegue mi hora, mis brazos, (como los tuyos, los tuyos también)...... serán alas.

Yo no sé lo que sueñan los ciegos.

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Yo no sé lo que sueñan los ciegos. Encadenados a la retina de lo invisible, deletrean impávidos el repicar de la lluvia en las ventanas. Les siento como almas de días enteros, agotados de sombras: miden su tiempo en los ecos sonoros de la palabra. Es jazmín de jardín, es goce de roce, es infinito matiz de sabor. Sonidos que arrullan sentidos. Y juegan entre ellos a definir la realidad, solapándose, acompasando la noche perpetua en imágenes imposibles.