Básicamente de sobrevivir me acuso estos últimos meses, aunque empiece el post con un puñetero adverbio. Creo que ya he olvidado cómo escribir sin cometer faltas, pero no pienso ponerme de rodillas y pedir perdón por algo que con toda seguridad, también hacía antes, por mucho que no me lo echase en cara. Las cosas suceden deprisa, y no da tiempo a parar un momento y mirar al costado, por si acaso de reojo miras para atrás y te sorprende un esqueleto completo persiguiendo tu carne desnuda. "Déjame en paz!" podrías decirle; o alcánzame de una vez, que ya casi ni te reconozco; eso sería algo muy parecido a la definición proustiana de sobrevivir: a ver qué coño le digo a estas dos partes de mí para que se pongan de acuerdo. De sobrevivir me acuso, y la pena de prisión la conmuto por aguantarme a mí mismo un rato más, a la fuerza indefinido; por arriesgarme a vivir deprisa por muy lento que resulte el proceso; por viajar de espaldas a los pájaros y no reconocer el otoño a finale...
Adam Me gusta la simetría. Hay cierta oscuridad en esa marea de trazos que pugnan por ordenarse hasta conseguir el equilibrio. Paseo con las manos cruzadas en la espalda, atento a las grises baldosas de cemento, los bordes lineales de las aceras y la arquitectura decadente de los edificios. Mi mente levanta sin cesar puntos de fuga y busca la mejor perspectiva a cada momento. Mido distancias; no descanso hasta que llego a mi estudio. En calculado orden, coloco la compra en la nevera como si fueran las piezas de un delicado puzzle. Envases de plástico opacos, colores neutros, sin aristas: siempre por parejas. Decidí mudarme a este lugar por sus vistas al cementerio. La chusma que lo visita no logra comprender el verdadero significado de los volúmenes que definen cada calle, cada esquina; ellos se sienten como Dédalo en el laberinto, y buscan rápido la salida y agachan la cabeza y se giran acongojados por si acaso, de repente, cruza ante ellos el miedo. Son incapaces de fijarse en cómo f...
Enero sigue su curso sin apenas mirar atrás. Aprieto el paso. El frío y la lluvia arrecian, a zarpazos, y engancho el paraguas de los días grises en las farolas, a ver si así me llega algo de luz. La soledad en el bullicio de la ciudad ¡es tan real! como la calle adoquinada que sube, que baja, que quiebra la esquina y parte la acera al son del chapoteo de mis zapatos. Hoy no. Eso que me hace volar a ras de suelo tiene otro nombre que no rima con soledad. A veces yo la sueño tranquila, en el reflejo de un escaparate, en las sombras donde hace un instante he mirado, en el paso limpio, en el beso suave; otras veces húmeda y provocativa, pegada a los huesos, apretada a la carne y con las gotas de agua respirando en la piel; y no me explico cómo somos dos, siendo uno; y sueño despierto que somos uno, siendo dos. Tengo prisa por llegar a ningún sitio. Movimiento. La razón me habla de líneas rectas entre tú y yo, y el espíritu se empeña en dar vueltas con nosotros: mi destino parec...
No tiene muy buena pinta, no? Qué tal sabía?
ResponderEliminarEra Hojaldre con setas a la salsa roquefort. Buenísimo.
ResponderEliminarTe añado a favoritos. Un saludo.