Mis Alas.


Cuando llegue mi hora, mis brazos serán alas;
viajaré mecido por la fresca brisa de la mañana.
Rizaré tirabuzones blancos en nubes de plata
mientras el sol y el viento acarician mi cara.

Volaré con los ojos abiertos: abajo montañas;
o quizá navegue despacio sobre mares en calma.
No habrá dolor, ni tampoco tormentas extrañas;
sólo el amor de quienes he querido me acompaña.

Y surcaré libre el cielo, cantando canciones pasadas;
me harán cosquillas en el pelo las gotitas de escarcha,
y gaviotas serán pasajeros en mi avión de esperanza.

Sí, quiera Dios soplar su cálido aliento en mi alma.
Quiera Cristo posarme a salvo en su pista dorada.
Porque cuando llegue mi hora, mis brazos,
(como los tuyos, los tuyos también)...... serán alas.

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