Stand by
A la espera. En casa llevamos unos días a la espera de que nuestro hijo nazca. No puede decirse que sea la primera vez, pero sí es cierto que la ilusión sigue siendo la misma. Hemos preparado de nuevo el cuco, el carrito, la cunita, las sábanas. Hemos comprado biberones, pañales, tetinas; tan solo falta poner cara al bebé que ahora se mueve dentro del vientre de su madre. Nos sorprendió, hace ya nueve meses, la noticia de que estábamos embarazados, otra vez. Lo malo de quedarnos los dos embarazados es que mi mujer y yo comemos al mismo ritmo, y llega un momento en que, cuando llega la hora del nacimiento, ella suelta peso de golpe, pero yo lo mantengo un par de años. Sufro de empatía endocrina con mi pareja, y ella se parte de risa. Después de la sorpresa, la bienvenida. Nos ajustaremos de nuevo. Pondremos coto a los gastos y revisaremos aquello que resulta superfluo... ¡tantas cosas! En un par de días llegará, y comenzará la deliciosa dictadura del débil. En cuanto le tengamo...