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Rezar

Mira, mira, mírate dentro; escucha cómo tus latidos acompasan la lucha interior; silencia el rugido de tus trocitos de Hombre; ponte rejas, sujeta con fuerza la imaginación. Ahora que sientes cómo fluye por tus venas la vida, ahora que abres de golpe los secretos del corazón, y el amor convierte tus palabras en poesía, es tiempo de que te pongas al habla con Dios.

Tesoros menudos

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- Ya me diréis, enanos, para qué hacéis un agujero en la arena. - Vamos a esconder uno de nuestros soldados de juguete. - Pero si nos vamos en cinco minutos.. - No importa. - No esperéis encontrarlo después en la inmensidad de esta playa.. - Ya, pero a lo mejor luego lo encuentra alguien, y dirá.. ¡¡Menudo tesoro!!

Las sirenas sí existen

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Charlaba con mi hija Pilar, de seis años. -Papá.. ¿Existen las sirenas? -Pues... si te digo la verdad, hija, no, no existen. (Silencio pensativo) -Pero papá, tú no las has visto. Viven en el fondo del mar y no se dejan ver por nadie. -Cariño, lo cierto es que ningún hombre las ha visto. - Ya, pero es que las sirenas no son hombres y no se dejan ver. Sólo hay uno que puede haberlas visto: Jesusito. ¿No creó Jesús todo? Pues seguro que Él las creó como a nosotros o como a los angelitos. - Mira, las sirenas como Ariel son fruto de un cuento, alguien que imaginó una historia donde existían otras personas con cola de pez en vez de piernas. - A lo mejor ese señor no se las imaginó, sino que pudo verlas un día. Tú no lo puedes saber. - No lo puedo saber, pero te garantizo que casi todas las pelis que has visto como Blancanieves o La Sirenita son cuentos imaginados por hombres. - Pero como tú no puedes saberlo y Jesusito lo creó todo, yo prefiero pensar que las sirenas sí existen.

Canción de cuna para Pilar

Hay tambores en tus ojos azules, Pilarcita, y cometas de viento jugando en tu pelo, y en la orilla preciosa de tu sonrisa luciérnagas brillantes alzando el vuelo. Ahora que nos envuelve la noche en su manto, niña mía, y estrellas son ángeles custodios del firmamento, me hablarás de cómo se ha portado contigo el día y me pedirás por favor que te cuente un cuento. Yo leeré para ti hasta que te duermas, hija mía. De mi boca saldrán princesas y dragones de fuego, y un apuesto príncipe a caballo que te recite poesías en caso que una pesadilla, quisiera arruinar tu sueño. He encerrado para ti las sirenas, dejándolas cautivas. He pactado con los árboles que no permitan aullar al viento. Me ha prometido el lucero del alba que, si te quedas dormida, va a despertar, bajo tu ventana, un mundo de colores traviesos. Así, sin darte cuenta, vas quedándote poco a poco rendida. Tus párpados juegan al juego de ser el escondite perfecto. Susurro mis últimas palabras. Mis dedos, en rítmica melodía, tambor...