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Náufrago del aire

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Uno de los momentos más placenteros de mi tiempo libre es la hora del baño. No me refiero a la playa, ni a la piscina, no. Hablo de la bañera blanca que hay en mi casa. Reconozco que la mayoría de las veces te das una ducha rápida y fuera, pero en contadas ocasiones y cuando tus quehaceres lo permiten, preparas el baño como si de un ritual decimonónico se tratara. No tengo jacuzzi ni chorritos varios que enturbien el agua, pero mi bañera se prolonga en una repisa grande a su cabecera, y en otra más estrecha y alargada en el lateral, justo enfrente de un ventanal oscilobatiente. Allí, junto a las macetas de plantas interiores que rodean la bañera coloco el libro que toque en ese momento, un par de velas, el cenicero y el tabaco. Ayer disfruté de un baño de espuma mientras echaba una ojeada a la novela "El tiempo entre costuras". La lectura me duró un par de cigarrillos y luego lo dejé para relajarme un rato. Me sumergí en el agua tibia unos segundos eternos y sequé la espuma d...

Amores de siempre

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- Nena, estoy en la cumbre. - Nene, yo estoy contigo. - Hemos pasado muchas cosas juntos hasta llegar aquí, ¿no crees? - Sí, y las aventuras y el tiempo han desgastado nuestros cuerpos, pero todavía andamos juntos en la misma dirección. - ¿Recuerdas cuando éramos jóvenes e inexpertos? - Recuerdo cuando no éramos más que tú y yo. - Nada ha cambiado para nosotros. - Todo ha cambiado alrededor. - Tienes razón.. este mundo ya no es el que conocíamos. - Somos ancianos; es natural. - No dejes de acompañarme en este camino. - Ya pronto vamos a llegar. - Cuando lleguemos, nena, quiero que sigas conmigo. - Cuando lleguemos, nene, no te voy a dejar.

Dicotomía

Aquí la rutina de las cosas; el presente maldecido. Los hábitos que derrotan al más sagaz de los hombres, y le adormecen en un estado de abandono. Él espera que le ocurran cosas, sin importar su naturaleza, pues el cambio fortalece el ánimo y sustituye la voluntad; es el recurso amable de la adaptación, irrenunciable, porque en ello le va la vida, por muy indolente que transcurra. A veces sueña con sujetar las riendas, y aullar como vencedor de la muerte, pero al cabo, recurre a esconder su rostro entre las cálidas sábanas de la indecisión. Allí, acurrucado, se consuela mirando de reojo al futuro, jugando a los dados de la fortuna, y esperando que una vez más le sonría o le maltrate, para acomodar la postura a condición, y volver a dormir plácidamente las horas que le restan. Sin embargo, él piensa que debe haber ahí algo oculto, y sueña en descubrirlo; todo el mundo esconde algo, si no para beneficio propio, para que un día alguien pueda encontrar aquello por lo que ha sido escondido....

Breve historia de un beso

Leo en el blog de Ofelia un poema sentido. Habla de un brindis y un beso, o de un abrazo y una despedida. Todo se confunde en algo que me ocurrió hace muchos años. Fue en un restaurante de barrio, coqueto e íntimo, como nosotros éramos al principio. Tan jóvenes como el mundo que queríamos conquistar. Tan inexpertos en el amor que cualquier cosa estaba al alcance de nuestros deseos. Y sin embargo, ese día quedamos ella y yo para una primera despedida. ¿Cómo decir adiós a alguien que había descubierto contigo partes de ti que ni siquiera imaginabas? ¿Cómo enfrentarte a la tragedia de compartimentalizar el corazón, y embarcarlo en un mar de dudas? ¡Qué sufrimiento inútil y verdadero! ¡Qué sinrazón, que hermosa deriva descubrir el dolor, y darte al fin cuenta que en el laberinto del amor no sirven los atajos ni los planes perfectos! No sirve, no dura.. no importa lo que tú creas, porque cuando ella.. ella eres tú, ya no queda un resquicio en el que puedas esconderte o estés a salvo. Aquel ...

Intenciones anuales.

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Voy a cerrar los ojos. Tengo que ir a muchos sitios, hacer muchas cosas, hablar con mucha gente, ser sencillo, educado, amigable, cumplir con mis compromisos, beber con moderación, no fumar en público, ni pegar a nadie ni que me peguen, amar como nunca lo haya hecho, odiar como siempre lo hiciste, mirarte de nuevo, no volverte a ver jamás, ganar una mano al poker con cuatro ases, sentirme el dueño del mundo, no desesperarme; aprender a decir no! cuando me dices sí.

Hoy nieva a cántaros.

Nieva como si viviésemos en un país acostumbrado al frío. Estamos congelados. Los españolitos ya no son pasionales,( ni machos sudorosos ni hembras cálidas), sino que deambulamos ateridos con la cara pegada a los adoquines y las manos cerradas en torno a las pelusas del abrigo. ¡Ya no queda Amor!! Se nos ha quedado en los pliegues de alguna canción escuchada a lomos de la adolescencia, tan olvidada, o en los sueños que jamás pudimos cumplir, porque - a su vez- jamás intentamos nada para lograrlos. Los deseos cuelgan como estalactitas en la caverna donde yace, oscuro y silencioso, el corazón. Nieva, y es blanco el manto que veo tras el cristal. Hoy me siento como el carámbano que crece al abrigo de la ventisca, alimentándose del rugir del viento; pronto seré enorme y causaré pavor al aliento de mi cuchilla azul. Y sin embargo, en nada sucumbiré como agua derretida; me empequeñeceré en el primer rayo de sol que cruce tras la esquina, y a gotas hallaré mi fin, sin hacer ruido.

Primera entrada.

Seis de enero. Día de risas y regalos. Día de sueños cumplidos y caritas de chuches envueltas en papel de celofán. Sus Majestades los Reyes Magos han pasado de puntillas por casa de forma generosa. A mi me han traído una guitarra eléctrica y un poco ecléctica: servirá para descargar mis corrientes malhumoradas de cuando en cuando, o quizá sirva para desatar los temporales en el abismo de mis pensamientos. ¿Os imaginais yo con una guitarra eléctrica entre mis torpes manos? Yo que no soy capaz ni de tocar la piel de otros, por miedo a sus reacciones. Tocar, componer, interpretar, se me antoja absolutamente imposible. Yo que soy el absurdo personificado. Yo que quiero ser, y no me dejo.