Náufrago del aire
Uno de los momentos más placenteros de mi tiempo libre es la hora del baño. No me refiero a la playa, ni a la piscina, no. Hablo de la bañera blanca que hay en mi casa. Reconozco que la mayoría de las veces te das una ducha rápida y fuera, pero en contadas ocasiones y cuando tus quehaceres lo permiten, preparas el baño como si de un ritual decimonónico se tratara. No tengo jacuzzi ni chorritos varios que enturbien el agua, pero mi bañera se prolonga en una repisa grande a su cabecera, y en otra más estrecha y alargada en el lateral, justo enfrente de un ventanal oscilobatiente. Allí, junto a las macetas de plantas interiores que rodean la bañera coloco el libro que toque en ese momento, un par de velas, el cenicero y el tabaco. Ayer disfruté de un baño de espuma mientras echaba una ojeada a la novela "El tiempo entre costuras". La lectura me duró un par de cigarrillos y luego lo dejé para relajarme un rato. Me sumergí en el agua tibia unos segundos eternos y sequé la espuma d...