El Camino

He pasado el mes de julio haciendo el Camino de Santiago. Todavía arden mis pies, llenos de heridas, al fuego lento de los kilómetros recorridos.  Las piedras,  el asfalto,  el polvo,  las fuentes de agua y los jergones allá arriba, en las estrellas,  son testigos de mi camino. También la Moleskine, repleta de anécdotas que algún día se encargará de recordarme. Para quien no lo sepa,  hacer el Camino es una experiencia semejante a tener una vida en miniatura. Una alegoría de ti mismo escrita paso a paso,  donde vuelves a buscar, a palpar a tientas cuál es el verdadero centro de gravedad permanente. Pero sobre todo es un camino de encuentro, donde lo innecesario que guardas en tu mochila pesa a plomo sobre los hombros y justo a la misma altura del corazón. Todo sobra. Sólo Dios basta en tu aventura de vivir.

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