Un trago de ti.

La Feber Tree está lista para engullir la ginebra, y calienta los hielos con sus burbujas hasta adquirir un tono pálido. He de olvidar con rapidez el olor de la almohada y el calor de tu piel, alma inolvidable. La yema de mi dedo recorre el borde lentamente de la copa, en círculo, hasta que llego de nuevo al inicio y bajo a la base, dejando una huella de humedad imperfecta, cambiante, continua, como una serpiente enroscada en sí misma. A gotas, va desapareciendo. Ya sé que no te importa, pero últimamente me da por Moby. Nunca había escuchado este tipo de música electrónica y reconozco que engancha. Supongo que corresponde a los nuevos tiempos que me tocan vivir, cuyo común denominador es la soledad. Y la esperanza. Y volver a ilusionarse con nada, a ver si queda algún rescoldo entre las cenizas del amor. Bailar. Recordar cómo era antes de ponerme traje y corbata.  Beber. Cazadora de cuero y dos ruedas, cortando el asfalto sin miedo a morir de ti. Un trago amargo, atravesado en la garganta. Frío al principio, luego caliente, pero no suficiente como para ahogar de una puta vez el dolor.

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