Tiempo

Un año llevo con la corbata negra a ras de nuez, como la soga de un ahorcado, y aún me parece, a veces, que no aprieta demasiado. Basta. Desde aquí, oigo rumores y no se todavía a que obedecen, pero creo adivinar su oculto significado: debe ser el corazón,que no se ha permitido el lujo de dejar de amar. Sin tildes, guardé lo que me sobraba en cajoncitos estancos, esperando que otros hicieran un milagro que a mi me correspondía. El milagro es que soy un hombre, y como tal, quiero, amo. Tengo potestad para que me embargue la locura, y voluntad para hundirme de nuevo en la pasión de otros besos, tan perfectos como creí que fueron los tuyos. Quizá escriba un manifiesto lo suficientemente largo, concienzudo, esquemático y serio como para olvidarlo de inmediato, y reconozca una sonrisa en el mantel recién puesto, o en la marquesina de una parada de tren, en mis viajes a ninguna parte. Tiempo. Juego a favor del tiempo. Sin prisa, de los muñones crecerán de nuevo las alas que me mantengan allí arriba, en los confines de otro universo. Y esta vez, haga usted el favor, que sea auténtico.

Comentarios

  1. La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.

    ResponderEliminar
  2. El corazón siempre ha ido por libre, no sabe de manecillas o de arena en un reloj.

    ResponderEliminar
  3. Lucrecia, puede ser. Otros cogemos el pasado a cuestas y lo enfrentamos hasta exorcizarlo a mordiscos.

    ResponderEliminar
  4. G minúscula, no. El corazón puede sujetarse y puede dejarse libre, al pairo del viento; puede endurecerse como una roca o ser blando y ligero como la espuma del mar.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sordo y ciego

Secretos

Movimiento.