La sonrisa

Blogger ha cambiado. Tiene nueva interface y un montón de nuevas características que habría que estudiar. Me recuerda a una tía mía, ya entrada en años, que quiso rejuvenecer a golpe de bisturí, y acabó con una sonrisa perenne e hinchada. No pudo volver a enfadarse en serio, porque el rictus cabreado se transformaba sin querer en tira cómica. Nunca olvidaré aquella vez que fuimos de visita a su augusta casa, llena de cuadros impresionistas y porcelanas y candelabros y quince mil fotografías enmarcadas con retazos de su profunda soltería. Un piano de pared, un jarrón chino con flores secas, y un abrecartas de plata encima de la cómoda de nogal. Viajes en telas, en foulares de seda de todos los colores y en los tipos de té que ofreció a mamá. Sonrisas y besos. Y de fondo, envolviendo la estancia en una extraña luz, se deslizaba la música de Il Pagliacci.

Pensé en lo triste que debe ser un amor no correspondido, e imaginé las cartas que nunca llegarán. Y aquella mujer, atrapada para siempre en su sonrisa, ofreciendo té a todo aquel que quisiera escuchar sus historias impregnadas de fotografías, mientras de fondo sonaba Vesti la Giubba.

Comentarios

  1. ¡Hola! ¡Cuánto tiempo! ¿Todo bien?

    Creo que todos hemos tenido esa tía que tan perfectamente describes, al menos yo la encuentro muy mía.

    Me alegro de tu vuelta.

    Un abrazo.

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  2. Todo fenomenal, Maribel! Tú siempre ahí, tan atenta y cercana. Un fuerte abrazo.

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