Náufrago del aire


Uno de los momentos más placenteros de mi tiempo libre es la hora del baño. No me refiero a la playa, ni a la piscina, no. Hablo de la bañera blanca que hay en mi casa. Reconozco que la mayoría de las veces te das una ducha rápida y fuera, pero en contadas ocasiones y cuando tus quehaceres lo permiten, preparas el baño como si de un ritual decimonónico se tratara. No tengo jacuzzi ni chorritos varios que enturbien el agua, pero mi bañera se prolonga en una repisa grande a su cabecera, y en otra más estrecha y alargada en el lateral, justo enfrente de un ventanal oscilobatiente. Allí, junto a las macetas de plantas interiores que rodean la bañera coloco el libro que toque en ese momento, un par de velas, el cenicero y el tabaco.

Ayer disfruté de un baño de espuma mientras echaba una ojeada a la novela "El tiempo entre costuras". La lectura me duró un par de cigarrillos y luego lo dejé para relajarme un rato. Me sumergí en el agua tibia unos segundos eternos y sequé la espuma de los ojos con la palma de las manos. Observé las plantas mientras me encendía el último. Hay una cesta ovalada, de mimbre, con tres o cuatro macetas en su interior, cuyas plantas son bastante exhuberantes. Parece que unas han colonizado a otras, y desde mi punto de vista, ya no puedo distinguir qué planta pertenece a cada maceta: solo queda una mezcla selvática en miniatura. Me dió por imaginar que yo me convertía en una especie de minúsculo Principito y colonizaba aquella isla cuyas vistas no eran las aguas del mar, sino infinitos abismos cuando te asomabas a sus límites. Era un náufrago del aire. En mi nuevo mundo, las hojas conectaban unas regiones con otras a modo de puentes colgantes y cada rincón era un paisaje al que ponía nombre. Vivía recorriendo los cauces de las gotas de agua que, como amplios y caudalosos ríos, atravesaban mis dominios hasta perderse dentro de la tierra. Las raíces formaban caprichosas grutas que descendían enredándose a las profundidades y yo tenía todo el tiempo que quería para investigarlas y descubrir los más recónditos secretos.

Quizá me deje llevar por los sueños. Quizá en mis macetas se encuentre el personaje de un cuento, o de una novela; ese trocito de mí que habita en lo pequeño, aventurero o pirata, náufrago armado hasta los dientes de historias por contar. No descarto, si me apuras, que el minúsculo Principito sea realmente yo, y que ese gigantesco ser debatiéndose en las aguas sea otra caricatura, otro personaje de cuento que rema contracorriente, como yo, hasta encontrar el personaje principal.

Comentarios

  1. Hola, Miguel: pues me ha entrado ganas de darme un baño en bañera, como Dios manda, je,je, después de leerte. Lamentablemente, en mi pisito, no tengo una bañera tan larga como la tuya, con una ventana llena de macetas, pero quizá, el agua caliente, unas sales y la imaginación, unido todo al cansancio del día ayuden a inventarlas.
    Un abrazo y mis mejores deseos con las musas.
    Sergio.

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  2. Hola es la primera vez que te visito. En cuanto al baño que dices; ains qué me encanta a mi darme esos baños con sales aromatizadas y con su espuma. Ya hace tiempo que no lo hago por las prisas del trabajo. No obstante, es posible que después de un duro día haga realidad ese baño, pero quizás lo combine como tu bien dices con un toque de imaginación. Un abrazo y es un placer leerte. Te visitaré más veces.

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  3. Sergio, muy larga no es, pero tiene otras posibilidades... Gracias por pasarte. Leo tu blog con asiduidad y cariño, deseándote lo mejor.

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  4. Miguel Angel, gracias por acercarte a este blog y dejar tu comentario. Hay que reconocer que un baño largo y espumoso es como una siesta de pijama y orinal. Imperdonable para mejorar la salud y el ánimo.

    Un saludo.

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  5. Querido Miguel. A mí tambien me encantan los baños largos con agua muy, muy calentita. Por desgracia no tengo tiempo para permitirme el lujo de hacerlo habitualmente, así que cuando tengo que viajar "asalto" las bañeras de los hoteles y me dejo llevar hasta que los dedos se me quedan como uvas pasas ;)

    Qué precioso texto, que bonito eso de naufragar en el aire.

    Muchos besos y un abrazo de espuma.

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  6. Elena, qué cosquilleo esos besos de espuma! Un abrazo y thanx por dejar tus pareceres y espumosas costumbres.

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