Romanticismo galáctico
Llevo años en órbita al sistema solar 7 y ya empiezo a estar un poco harto. Cuando en Selección de Personal me dijeron que este era un trabajo importante y bien remunerado, yo fui el único memo del planeta que se lo creyó. Quería viajar y pensé que me venía bien un cambio de aires después de mi formación académica, así que firmé un contrato temporal por 200 años: la mayor parte de mi juventud. Mi trabajo consiste en mapear este trozo solitario del Universo, y buscar fuentes de energía. Puedo decir ahora, sin temor a equivocarme, que es un coñazo directamente proporcional a la magnitud del rastreo. La Corporación podría haberme llevado a Andrómeda, Perseo, Quilonda, o cualquier constelación decente y bien ubicada, pero esto está lleno de agujeros negros, planetas llenos de gases tóxicos y estrellas violáceas en las últimas: sin duda, es la gran almorrana del Universo. Tengo que repetirme todos los días que alguien tiene que hacer este trabajo sucio, y seguir unos procedimientos básicos para no volverme loco, como lavarme los dientes de titanio, unos cuantos baños en la piscina de baja gravedad, o la ingesta controlada de productos alucinógenos. Cuando me deprimo, activo en el ordenador el modo redes sociales y hablo de ello con los avatares virtuales que pululan por la Estación de Rastreo. Tengo a mi disposición tantos psiquiatras y tantas especialidades como quiera, y puedo cambiarles de aspecto sobre la marcha. Y compañeros de trabajo, amigos íntimos, familia y todo tipo de gente a la carta: cualquier avatar que se encuentre en la base de datos. El último grito son los aliens virtuales, que recrean fielmente la caza y persecución de bichos asquerosos por toda la nave. Al principio te lo pasas bien, pegándoles tiros y tal, pero luego te cansas y dejas que te coman. Evidentemente, a mí no pueden, porque soy humano y juego en modo Dios, pero cuando devoraron a Elena 23, me cabreé bastante. Me gustaba. Intenté recrearla con los mismos parámetros de configuración, pero nunca fue la misma. Tuve que renombrarla a José Luis 9, que son los encargados de la limpieza. En fin, ya me he vuelto a poner triste. Ya me lo dice Froidengels, una psiquiatra pechugona de nivel 4: en el fondo, eres un romántico empedernido.
Jajaja. Pobre Elena 23, me ha dao penita de ella, jatetú. Mera empatía :)
ResponderEliminarMe ha encantado Miguel!!! Y ya ves. Los románticos somos como las meigas. Todos (a veces) negamos serlo, y hasta renegamos por serlo. Pero haberlos... haylos.
Besinos galácticos...
Addenda: Esto de los besinos galácticos NO tiene nada que ver con el Real Madrí, diosmelibre. Que una es culé hasta la muerte ;)
Elena, gracias por pasarte. Espero sinceramente que no dejes esta pequeña adicción que son los blogs. Esperaré tu reaparición con impaciencia.
ResponderEliminarUn saludo.