¿Dónde irán las nubes?


En esta noche fría de febrero, Juan sale en camisa a la terraza de su apartamento. Sus ojos vuelan hacia arriba y observa cómo veloces charcos de nubes cubren la luna llena. Enciende con parsimonia un cigarrillo y exhala el humo. Ultimamente trabaja demasiado. En la empresa las cosas se están poniendo difíciles, y nadie está a salvo del despido. La mayoría de departamentos han reducido el personal porque los balances trimestrales arrojan pérdidas, y ya no saben cómo reducir los costes. No salen las cuentas. No es que su empleo de contable llene sus aspiraciones profesionales pero, al menos, le permite sufragar el rosario de gastos corrientes, pagar la hipoteca y el coche.

A la luz intermitente de la luna, Juan maldice su suerte. Su vida siempre ha sido una loca carrera de obstáculos, llena de promesas incumplidas. Recuerda cuando eligió la carrera universitaria; después de acabarla, los cursos y másters que tuvo que estudiar mientras trabajaba por las noches; su primer trabajo, en una consultora sin escrúpulos donde no había horarios, pero tampoco vida propia; el matrimonio fracasado; los hijos a los que apenas ve.

¿Dónde irán las nubes? El viento sopla fuerte hacia el Norte. Con seguridad marcharán mecidas al capricho de la brisa hasta alguna cordillera y no tardarán en disolverse en forma de gotas de agua. Pasarán inadvertidas y desaparecerán; como él mismo. Enciende otro cigarrillo a pesar del frío que entumece sus articulaciones: los escalofríos que recorren su espina dorsal le hacen sentirse vivo.

Juan fija la vista en la luna, quieta y redonda, anclada a la bóveda celeste desde siempre.

Comentarios

  1. No sé dónde irán las nubes, pero si algún día lo averiguo te juro que me voy con ellas.
    ¿Y tú que fuiste ángel no lo sabes? Seguro que sí.
    Bonito relato y muy de actualidad.
    Feliz lunes.

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  2. Maribel, perseguí una pero me dejó atrás. Tengo que ponerme a régimen.

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  3. Ya lo dijo Heráclito. No nos bañamos nunca dos veces en el mismo río, ni en la misma agua ... todo es pasar, fluir y pasar y para siempre disolverse. Como esas nubes como ese humo que se exhala del cigarrillo ... Buena reflexíón, Miguel :) Seguimos en la brecha.

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  4. ¿Heráclito dices? Chus-A, ¿no te estarás refiriendo a alguna vestal impúber? ¿Acaso fuiste un clásico antes de parecer un crítico feroz? Jajaja.. gracias por comentar y pasarte.

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  5. Efectivamente, Miguel. YO en realidad fui un clásico: Soy la séptima reencarnación de un actor porno de segunda de los inicios del cine mudo (no nos hacía mucha falta hablar, tú sabes)
    Pero Harold Lloyd nos quitaba cuota de pantalla por aquellas fechas y en la historia no fui más que una hormiguita anónima, eso sí, con más rabo que la pantera rosa. ;P

    Un saludo!!

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  6. Yo es que hubiera dicho: No nos bañamos nunca con las mismas bragas,, pero me daba corte entrar así en tu blog ;)

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