Amor en tiempos de cólera

Quería que me dejases en paz.

Entraste sin llamar; eras como un intruso del que no conseguía desembarazarme. Quise gritar al enterarme de tu presencia. Pudiste escuchar uno a uno mis reproches. Todos me daban la razón y yo no podía ocultar mi ira hacia ti. No sé cómo pude hablar contigo esa noche, a solas, hasta que el amanecer tiñó de oro la madrugada; no sé qué aventuras me susurraste; no sé qué promesas imposibles de cumplirse. Y, sin embargo, llamaste a la puerta de mi corazón y te puse nombre.

Sí, hijo mío, tú me enseñaste a amar en tiempos de cólera.

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