Canción de cuna para Pilar

Hay tambores en tus ojos azules, Pilarcita,
y cometas de viento jugando en tu pelo,
y en la orilla preciosa de tu sonrisa
luciérnagas brillantes alzando el vuelo.

Ahora que nos envuelve la noche en su manto, niña mía,
y estrellas son ángeles custodios del firmamento,
me hablarás de cómo se ha portado contigo el día
y me pedirás por favor que te cuente un cuento.

Yo leeré para ti hasta que te duermas, hija mía.
De mi boca saldrán princesas y dragones de fuego,
y un apuesto príncipe a caballo que te recite poesías
en caso que una pesadilla, quisiera arruinar tu sueño.

He encerrado para ti las sirenas, dejándolas cautivas.
He pactado con los árboles que no permitan aullar al viento.
Me ha prometido el lucero del alba que, si te quedas dormida,
va a despertar, bajo tu ventana, un mundo de colores traviesos.

Así, sin darte cuenta, vas quedándote poco a poco rendida.
Tus párpados juegan al juego de ser el escondite perfecto.
Susurro mis últimas palabras. Mis dedos, en rítmica melodía,
tamborilean en tus mejillas, antes de darte un beso.

Apago la luz, y cierro el libro de tapas amarillas;
conjuro al mago azul para que prepare su mejor ungüento:
será una pócima, un fabuloso hechizo que nos hechizaría
para quedarnos tú y yo, juntitos, congelados en el tiempo.

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